domingo, 9 de octubre de 2011

Las competencias



QUE ES UNA COMPETENCIA?


Generalidades


De acuerdo con María Cristina Torrado[1] el concepto de competencia procede de la lingüística y llega al campo de la educación después de una relectura al interior de la psicología cognitiva y cultural.

“Como es bien conocido, la noción de competencia fue introducida por Noam Chomsky, para explicar el carácter creativo o generativo de nuestro lenguaje y para dar cuenta de la extraordinaria facilidad con la que el niño se apropia del sistema lingüístico.  Para ello propone un modelo de funcionamiento lingüístico basado en el conocimiento que los habitantes poseen de la lengua”.

Podemos decir con Chomsky, que cada vez que hablamos ponemos en uso o actualizamos el conocimiento que tenemos de las reglas finitas que rigen el sistema lingüístico que empleamos, en otras palabras la gramática particular de nuestra lengua. Ese conocimiento, de carácter formal y abstracto, al que Chomsky denomina Competencia lingüística y el cual, según la teoría, resulta de la especialización de un conocimiento lingüístico aún más abstracto: la gramática universal o dispositivo para la adquisición del lenguaje.  Este último sería un conocimiento especificado en la información genética de la especie.

La competencia lingüística es pues un conocimiento de las reglas o principios abstractos que regulan el sistema lingüístico, como tal suponemos que está representado en la mente de los habitantes y que es parcialmente innato, en el sentido de que no deriva totalmente de la experiencia.

Este conocimiento no es accesible a la conciencia de quien lo usa y sólo tenemos evidencia de él a través de la actuación o desempeño lingüístico (habla, escritura, lectura).

De aquí se derivan lo que en un documento anterior hemos denominado rasgos esenciales del concepto de competencia: a) se trata de un conocimiento especializado o de carácter específico. b) es un conocimiento explicito en la practica o de carácter no declarativo. c) derivado sólo parcialmente de un proceso de aprendizaje, aún cuando requiere de la experiencia sartal y cultural.

Sin lugar a dudas se trata de un conocimiento bastante particular que nos habla de otra manera del funcionamiento de la mente.  No en vano el contexto intelectual en el surgió estas ideas fue la llamada revolución cognitiva, en la cual nuestro sistema cognitivo es visto “como un computador”, esto es como un sistema de procesamiento de información”.  De ahí que las ideas de Chomsky fueran ampliamente acogida por los defensores de la llamada mente computacional.

El concepto de competencia resultó de interés de los psicólogos cognitivos y del desarrollo para referirse al conocimiento que subyace a ciertas actuaciones del bebé (competencias precoces) o al funcionamiento de la mente (competencias cognitivas).

En este contexto nuestra actividad mental ya no es descrita en términos de unas supuestas aptitudes o capacidades mentales innatas o explicada a partir de la noción de inteligencia.  Las nuevas explicaciones se centran en las operaciones que realiza la mente frente a determinadas tareas.

De ahí el interés por comprender los desempeños por realizaciones de una persona a través de la identificación de todos los elementos que participan; el centro de atención es ahora lo que el sujeto realmente hace.  Por eso se investigan asuntos tales como: las estrategias que utiliza un sujeto cuando trata o lograr solucionar un problema, las operaciones que realiza cuando lee un texto o el conocimiento que utiliza para desempeñarse en una situación particular.

El interés por la actividad real del sujeto puso pronto en evidencia la importancia del contexto en que ella se realiza, poniendo en dificultades los modelos llamados “mentecentristas”, categoría dentro de la cual se incluyen Chomsky y Piaget.  En el campo del lenguaje D. Hymes introducirá la idea de competencia comunicativa para incorporar y reconocer el papel fundamental que tienen los elementos de la situación de comunicación en nuestra actuación lingüística.

En el mismo sentido, se abrirán paso las ideas de Vigotzky sobre el carácter situado de nuestra actividad mental, dado por la mediación y papel modelador que tienen los llamados artefactos culturales.

De esta manera hemos esbozado dos tradiciones teóricas que miran la competencia, cada una con sus propios referentes.  Mientras la primera propone entender la competencia como un “conocimiento actuado” de carácter abstracto, universal e idealizado; la segunda la entiende como la capacidad de realización, situada y afectada por el contexto en que se desenvuelve el sujeto y la actuación misma.  Estas dos tradiciones han conducido a un concepto negociado de competencia.

Por eso hoy en día la competencia resulta inseparable del contexto o situación particular en la que se expresa.  Somos competentes para cierto tipo de tareas y nuestra competencia puede cambiar si contamos con las herramientas simbólicas o instrumentos culturales adecuados.  Ser competente, mas que poseer un conocimiento, es saber utilizarlo de manera adecuada y flexible en nuevas situaciones.

Esta idea es la que llega al campo de la educación para designar aquellos logros del proceso relacionados con el desarrollo de ciertas capacidades generales (competencias básicas) y que podemos diferenciar del aprendizaje de los contenidos curriculares.


Una educación para el desarrollo de las competencias

Si bien podríamos profundizar en las anteriores discusiones, no podemos olvidar nuestro interés principal: derivar las implicaciones que tienen la apropiación o recontextualización del concepto de competencias en el campo educativo. Veamos algunas de ellas:

En el contexto educativo el término competencia es extendido a actividades de tipo no lingüístico, para enfatizar el desarrollo de las potencialidades del sujeto a partir de lo que aprende en la escuela.  A la educación le interesa todo aquello que el estudiante pueda hacer con los saberes e instrumentos que ella le brinda.

·         Bien entendido el proceso educativo debe comprometerse con el desarrollo del estudiante como persona integral y por ello se interesa en hacerlo más competente como ciudadano.

Se reúne la idea de que la competencia es esencialmente un tipo de conocimiento, ligado a ciertas realizaciones o desempeños, que van más allá de la memorización o la rutina.  Se trata de un conocimiento derivado de un aprendizaje significativo.

·         Se asume que las competencias se desarrollan o se complejizan con el impacto de la acción educativa.  La mente antes y después de la escuela.
·         Introduce la pregunta por el objetivo o propósito de la educación básica en el mundo contemporáneo.
·         Aporta elementos para la renovación de la enseñanza y por tanto de la selección y organización de los contenidos y actividades curriculares.
·         Oriente cambios en las predicas de evaluación.

Corresponde a la comunidad educativa dar forma a estos procesos de cambios, muchos de los cuales ya tienen una importante historia en las instituciones cuyos proyectos pedagógicos hace tiempo marchan en la misma dirección.


EL CURRICULO Y LAS COMPETENCIAS[2]

Que competencias debemos desarrollar?

Los desarrollos que se están dando en psicología, en educación y en pedagogía en el mundo entero nos afectan de un modo u otro.

Existen, no hay que dudarlo, intereses muy concretos de los organismos internacionales para adoptar esos desarrollos a sus particulares intereses de negocio o dominación, pero corresponde al educador, como intelectual desentrañarlos y trabajar lo mejor para que la educación mejore de verdad.

En jomtien, Tailandia (1990) se llevo a cabo la conferencia mundial sobre Educación para Todos, convocada por la UNESCO y en sus conclusiones se plantea que “cada persona –niño, joven o adulto – deberá contar con posibilidades educativas para satisfacer sus necesidades de aprendizaje básico”.

Estas necesidades abarcan tanto herramientas esenciales para el aprendizaje (como la lectura y la escritura, la expresión oral, el cálculo, la solución de problemas) como los contenidos mismos del aprendizaje básico (conocimientos teóricos y prácticos, valores y actitudes) necesarios para que los seres humanos puedan sobrevivir y desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar su calidad de vida y tomar decisiones fundamentales y continuar aprendiendo (….

La satisfacción de esas necesidades confiere a los miembros de una sociedad la posibilidad y, a la vez la responsabilidad de respetar y enriquecer su herencia cultural, lingüística y espiritual común de promover la educación de los demás, defender la causa de la justicia social, de proteger el medio ambiente y de ser tolerante con los sistemas sociales, políticos y religiosos que difieren de los propios, velando por el respeto de los valores humanistas comúnmente aceptados, así como de trabajar por la paz y la solidaridad (…) prestar atención prioritaria al aprendizaje (…), la educación básica debe centrarse en las adquisiciones y los resultados efectivos del aprendizaje, en vez de prestar exclusivamente atención al hecho de matricularse, de participar de forma continua en los programas de instrucción y obtener el certificado final.  De ahí que sea necesario determinar niveles aceptables de adquisición de conocimientos aplicando sistemas mejorados de evaluación de los resultados (…) ahora más que nunca la educación debe considerarse una dimensión fundamental de todo proyecto social, cultural y económico”.

De acuerdo con el concepto de “competencias” que establece el ICFES, en su documento NUEVO EXAMEN DE ESTADO, ésta se define el “saber hacer en contexto” y se refiere al desempeño del estudiante frente a una situación determinada utilizando correctamente sus conocimientos, en otras palabras, las competencias se traducen en las acciones que realiza el individuo en cumplimiento de las exigencias de su propia realidad, tales acciones corresponde a la interpretación de lectura de su contexto.

Esta posición nos lleva a la necesidad de institucionalizar la incorporación de nuevos elementos curriculares en el desarrollo del Proyecto Educativo Institucional, centrados en la idea de una educación en permanente renovación (…) de aprender a vivir juntos conociendo mejor a los demás, su historia sus tradiciones y su espiritualidad y a partir de estos presupuestos impulsar la realización de proyectos comunes a la solución pacífica de los inevitables conflictos.

Nos estamos acercando a una visión diferente de nuestro papel como educadores, tal vez, en esta oportunidad nos conduzca a la realización de un currículo más integrado, que nos permita responder lo antes posible a la formación integral de nuestros estudiantes, para que podamos entregar a la sociedad como resultado dentro de un enfoque sistémico, a los jóvenes y adultos que han cumplido con los propósitos del Proyecto Educativo Institucional, para que puedan ejercer su roll social y sean altamente competentes y competitivos en el mundo globalizado.

En este orden de ideas, “las competencias” están ligadas unas a otras, en virtud de la integralidad con la que concebimos a la persona este principio nos aboca a pensar que las competencias que definamos deben ser alimentadas, construidas y fortalecidas desde todas las áreas; en consecuencia tenemos que pensar en unas competencias para que los logros definidos tengan sentido en ellas y que nuestro currículo adquiera una dimensión globalizante en los procesos de formación integral de nuestros educados.

Formulemos unas “competencias” que sean articuladoras de los procesos educativos y formativos; unas “competencias” que se puedan desarrollar desde todas las áreas; es decir, que los docentes deben diseñar métodos y estrategias para utilizar los conocimientos propios de su disciplina como herramientas o recursos y ponerlos al servicio de las pautas que entre todos acordemos para el desarrollo de tales “competencias”.


[1] Torrado, María Cristina.  El desarrollo de las competencias: Una propuesta para la Educación Colombiana. Mimeo. Santafé de Bogotá, 1999.
[2] Montaña, Marco Fidel. Hacia un desarrollo humano integral por competencias. Santafé de Bogotá. Mimeo. 1999

Serie lineamientos curriculares > Lengua castellana

3. Concepción de lenguaje
3.4 Desarrollo de competencias
Luego de reflexionar un poco sobre el sentido de las cuatro habilidades, ocupémonos del papel de las competencias dentro de un enfoque orientado hacia la significación. Como se anotó en el apartado 2.4, la formulación y el desglose de las competencias asociadas a los procesos de significación tienen sentido, en el campo de la educación formal, si se evidencian en una serie de actuaciones o desempeños discursivos o comunicativos particulares; por otra parte, esta noción está referida básicamente a potencialidades y/o capacidades. Las competencias se definen, como ya se dijo en este documento, en términos de “las capacidades con que un sujeto cuenta para”. Por tanto, estas competencias constituyen fundamentalmente unos referentes u horizontes que permiten visualizar y anticipar énfasis en las propuestas curriculares sea alrededor de proyectos pedagógicos o de trabajos a nivel de talleres dentro del área de lenguaje. Es importante anotar aquí que la orientación hacia la significación y la comunicación deberá estar presente en cualquier propuesta de desarrollo curricular; digamos que es su horizonte de trabajo.
Con lo anterior queremos poner en relieve el hecho de que estamos pensando en propuestas curriculares que se organizan en función de la interestructuración de los sujetos, la construcción colectiva e interactiva de los saberes y el desarrollo de competencias. Veamos algunas competencias asociadas con el campo del lenguaje, o las competencias que harían parte de una gran competencia significativa 35:
Una competencia gramatical o sintáctica referida a las reglas sintácticas, morfológicas, fonológicas y fonéticas que rigen la producción de los enunciados lingüísticos.
Una competencia textual referida a los mecanismos que garantizan coherencia y cohesión a los enunciados (nivel micro) y a los textos (nivel macro). Esta competencia está asociada, también, con el aspecto estructural del discurso, jerarquías semánticas de los enunciados, uso de conectores, por ejemplo; y con la posibilidad de reconocer y seleccionar según las prioridades e inten-cionalidades discursivas, diferentes tipos de textos.
Una competencia semántica referida a la capacidad de reconocer y usar los significados y el léxico de manera pertinente según las exigencias del contexto de comunicación. Aspectos como el reconocimiento de campos semánticos, tecnolectos o ideolectos particulares hacen parte de esta competencia; lo mismo que el seguimiento de un eje o hilo temático en la producción discursiva.
Una competencia pragmática o socio-cultural referida al reconocimiento y al uso de reglas contextuales de la comunicación. Aspectos como el reconocimiento de intencionalidades y variables del contexto como el componente ideológico y político que está detrás de los enunciados hacen parte de esta competencia 36, el reconocimiento de variaciones dialectales, registros diversos o, en términos de Bernstein, códigos socio-lingüísticos 37, presentes en los actos comunicativos son también elementos de esta competencia.
Una competencia Enciclopédica referida a la capacidad de poner en juego, en los actos de significación y comunicación, los saberes con los que cuentan los sujetos y que son construidos en el ámbito de la cultura escolar o socio-cultural en general, y en el micro-entorno local y familiar.
Una competencia literaria entendida como la capacidad de poner en juego, en los procesos de lectura y escritura, un saber literario surgido de la experiencia de lectura y análisis de las obras mismas, y del conocimiento directo de un número significativo de éstas.
Una competencia poética entendida como la capacidad de un sujeto para inventar mundos posibles a través de los lenguajes, e innovar en el uso de los mismos. Esta competencia tiene que ver con la búsqueda de un estilo personal.


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